domingo, 24 de febrero de 2008

LA OTRA CONTAMINACIÓN DE PEKÍN

A pocos meses de los Juegos Olímpicos un problema parece obsesionar a los distintos comités olímpicos: la contaminación ambiental de la capital china. Parece ser que los índices de contaminación unidos a las altas temperaturas puedan influir negativamente en el rendimiento y en las marcas de los deportistas. El gobierno chino ha anunciado medidas especiales para intentar que el impacto de este fenómeno sea el menor.

Pero un ligero conocimiento de la realidad china, un poco de sensibilidad humana y democrática nos hace conocer y denunciar la existencia de otras contaminanciones mucho más preocupantes y cuyas consecuencias son infinitamente más graves.

China es un país profundamente contaminado. Y la polución afecta principalmente a los miles de millones de habitantes de tan enorme país, que no pueden hablar, que no se pueden expresar o que si lo hacen corren el riesgo de la persecución, la tortura e incluso la muerte. La contaminación de la falta de libertad, de la represión, de la pena de muerte indiscriminada. La polución de la ideología única, del partido onmipresente, de la amenazadora presencia de todopoderosa maquinaria del estado.

Dicen que las Olimpiadas de Pekín son la apertura definitiva del gigante asiático al resto del mundo, pero se olvidan decir que se trata de una apertura parcial, sólo del terreno económico. Las grandes compañías se frotan las manos, millones de posibles consumidores el mayor mercado del mundo con un montón de posibilidades de inversiones, pero sobretodo de ganancias. China ya es económicamente capitalistas, pero políticamente sigue siendo comunista, sin libertad, sin soberanía popular, sin democracia.

Unos pocos, los más listos o los más cercanos al partido han salido ganando, pero la mayoría de la población sigue perdiendo. Ahora están sometidos a dos dictaduras implacables, la del partido comunista chino y la de los mercados. La primera ve en los chinos, simple números, simples piezas de un sistema, la segunda sólo ve consumidores. Las personas, los ciudadanos son sencillamente olvidadas por ambas.

Evidentemente China y Pekín tienen un gran problema de contaminación, y las grandes potencias están dispuestas a hacer la vista gorda en favor, claro está, de los beneficios de las multinacionales.

Ojalá la llama olímpica haga que en China además de comprar, gastar y consumir, se puede hablar, opinar y decidir.

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