miércoles, 6 de febrero de 2008

LA INQUISICIÓN AYER Y HOY

Hoy se celebra el 527 aniversario del primer auto de fe. Seis personas fueron quemadas vivas, en la ciudad de Sevilla. Seis acusados de ser falsos conversos judaizantes fueron pastos de las llamas. Más que una efemérides para celebrar, es una efemérides para indignarse, para llorar ya que estas ejecuciones fueron las primeras de unas cuantas miles a lo largo de varios siglos. Centenares de miles de personas sufrieron a través de los siglos la persecución, el odio, las torturas y la muerte por parte de los que se decían seguidores de Jesús.

Afortunadamente, y pese a quien pese, los tiempos han cambiado. Pero en gran parte de la jerarquía católico perdura el espíritu de la inquisición. Y escandalosa e inexpicablemente algunos de los motivos por los que hace siglos, cientos de personas fueron humilladas y masacradas, continuan siendo un recurso para las condenas de la jerantocracia católica, la española de forma muy especial. Sodomía, paganismo, libertinaje sirvieron y sirven todavía para que sus santísimas eminencias pongan en marcha su máquina marginadora y represora.

Resulta extraño que la jerarquía de una iglesia creyendose única poseedora de un Dios al que Jesús predicó como universal, haya dedicado la mayor parte de su existencia a perseguir, juzgar y condenar en nombre, precisamente, del Dios de Jesús, el Dios amor.

En sus declaraciones, en sus palabras, en su formas, en su talante se detecta mucho más dogmatismo que de amor, mucho más rencor que perdón, mucho más de condena que de liberación. Este hecho no deja de sorprender, ya que Jesús, del que se dicen seguidores y representantes de él en la tierra en su vida más que condenar, acogió, perdonó y dignificó, a los que los jerarcas de la época habían condenado y rechazado. Si alguien sufrió los ataques o condenas de Jesús fueron precisamente ellos, la jerarquía religiosas de la época. Y el motivo de la condena de Jesús no fue otro que el de utilizar a Dios y a la religión como instrumento de manipulación y opresión el pueblo. Estas condenas y críticas al sistema religioso establecido se convirtieron en la principal causa de la muerte de Jesús.

Hoy al hablar de inquisición además de venir a mi mente, toruras, hogueras, sanbenitos... vienen también otras rostros, otras voces que más que a Jesús huelen a Torquemada. Que más a que amor huelen a rancio. Ellos son los fariseos y los torquemadas del siglo XXI.

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