domingo, 20 de enero de 2008

PROVOCAR DESEO

Soy un gran deseante. Me paso los días y las noches, las horas y los minutos, incluso hasta los segundos deseando. El deseo, los deseos tienen en mi vida y mi persona una gran presencia. Tanta que en ocasiones me canso de desear, y el deseo se convierte en una especia de hastío y frustración.

Provocar deseo en mí es muy fácil, demasiado fácil quizá. Yo deseo a muchos pero ¿quién me desea a mí?. A veces me canso de tanto desear y lo que deseo entonces es que me deseen. Provocar deseo, ese es uno de mis principales deseos.

Pocas veces en la vida he tenido, o al menos he sido consciente, la experiencia de provocar deseo. Pero esas ocasiones han resultado muy gratificantes. La autoestima sube, la ilusión se renueva, la pasión renace y la felicidad adquiere un sabor especial.

Provocar deseo. Pensar que puedo provocar en alguien, lo que se produce en mí cuando veo uno de eso cuerpos o rostros y todo, todo lo demás desaparece, sobra pues sólo existe el deseado, el deseante y en medio un inmenso deseo.

Provocar deseo. Ser para alguien, ilusión, fantasía. Causar elucubraciones, fantasías, historias con finales felices y bellos.

Provocar deseo. Que el que te mira, vea más allá. Que el que te escucha, oiga mucho más, que el que te sienta, sienta algo inexplicable.

Provocar deseo. Generar en alguien hipótesis sobre mí, turbaciones y masturbaciones.

Provocar deseo. Que alguien piense que su placer, su bienestar y en menor medida parte de su felicidad pasan por mí.

Provocar deseo. Ser para alguien más de lo que eres para los demás. Más que un compañero, más que un amigo, más algo más....

Provocar deseo ese es ahora uno de mis grandes deseos.

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