lunes, 17 de diciembre de 2007

SENTIR FRÍO, SENTIRSE FRÍO, QUEDARSE FRÍO

Por fin llegó el frío. Los que hasta hace unos días se quejaban del tiempo primaveral que hacía en pleno mes de diciembre, ahora que por fin hace el tiempo que corresponde a estas fechas se quejan del frío que hace. No hay conversación que no empiece con el tema del frío y las bajas temperaturas.
Personalmente no es le frío climatológico el que más me preocupa, ni me asusta. Aunque a veces incluso duele, es relativamente fácil de combatir.
El frío sentimental, espiritual, psicológico es el que resulta más difícil de encajar y superar.
Y si hay un miedo que me quita el sueño es el miedo a volverme frío, a quedarme frío.
En ocasiones es necesaria cierta frialdad para afrontar bien las circunstancias de la vida, pero ser frío creo que en general es algo negativo.

Ser frío ante las personas y sus problemas.
Ser frío ante los problemas que afectan a la humanidad.
Quedarse frío ante la belleza de una obra de arte, de un paisaje, de un cuerpo.
Ser frío y no experimentar el calor de los sentimientos, de la pasión, del amor, de la ilusión, de la esperanza, de los celos comedidos, de la melancolía sana.
Ser frío y no soltar nunca una lágrima, un suspiro, un grito de rabia o de impotencia.
Quedarse frío ante una conmovedora historia, ante u
n canción o un poema.
Ser frío y valorar únicamente las consecuencias materialistas de nuestros actos, obviando lo humano, lo espiritual, lo sentimental.
Quedarse frío ante el clamor de las multitudes, ante el quejido de los olvidados y excluidos.
Ser frío ante una sonrisa, una petición de ayuda, una mano tendida.
Quedarse frío ante las injusticias, las desgracias ajenas.
Todo eso me parece una gran pobreza.

Y a quien sea, donde sea, sólo pido que aunque sienta frío, nunca me sienta frío, nunca me quede frío.

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