domingo, 21 de septiembre de 2008

EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Vs EDUCACIÓN PARA LA FELIGRESÍA.

Con el inicio del curso escolar arrecian los ataques injustificados a “Educación para la ciudadanía” (Education fot citizenship, en la trilingüe Valencian Comunity del genial visionario “Spring of Blackberry”). Il capo, perdón, el cardenal Rouco con su inimitable y chulesco estilo remitía a los colegios religiosos de la Comunidad de Madrid una inaceptable circular en la que instaba a los titulares de los centros a recordar a las familias que la polémica asignatura es incompatible con la fe católica. De todas las barbaridades que se han dicho de “Educación para la ciudadanía” esta es una de esas que es al mismo tiempo verdadera y falsa.

Desde luego que “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos” es incompatible con la fe católica que representan los insignes Cardenales españoles. Es totalmente incompatible, con su visión piramidal de la sociedad y de la iglesia, con su inmovilismo retrógrado, con su esclavizante legalismo, con su moral en la que la libertad personal no cuenta para nada. Con esa fe católica “Educación para la Ciudadanía” es del todo incompatible. Ya que mientras la asignatura en cuestión trata de fomentar “ciudadanos”, la fe de Rouco y secuaces persigue crear “feligreses” adocenados y adoctrinados que se plieguen a los dictámenes morales de la impuesta jerarquía eclesiástica. Y es que “Ciudadano” no es lo mismo que “Feligrés” y “guiar” a un feligrés requiere mucho menos esfuerzo y es mucho más fácil que orientar a un ciudadano. Es lógico que los hijos de Torquemada no quieran que se imparta en las escuelas una materia que lleva por apellido “Derechos Humanos”, cuando a lo largo de tantos y tantos siglos desde la jerarquía católica se han estado simplemente obviando. Es lógico que el inhumano Rouco y el divino Cañizares se opongan a que los jóvenes reflexionen sobre ese mínimo moral común que son los “Derechos Humanos”, no sea que queden con el culo al aire.

Otra de las argumentaciones con las que los “Monseñores” atacan a la asignatura es porque a su juicio trata de imponer una moral de estado. Nada más lejos de la realidad, trata de asentar los “Derechos Humanos” como mínimo moral irrenunciable, de alguna manera objetar a la asignatura es objetar también a los derechos humanos. En realidad eso de imponer una moral de estado, no se lo creen ni ellos, lo que verdaderamente sienten es que cada vez, y gracias a Dios, les es más difícil imponer su moral al estado, y perder ese privilegio después de tantos años, es algo difícil de encajar.

Desde luego con esa fe católica, aunque profundamente antievangélica, la “Educación para la Ciudadanía” es incompatible.

Pero afortunadamente, y a pesar de los purpurados, existe otra fe católica, la del compromiso con los más pobres, la de la lucha por la justicia, la de la promoción de la igualdad, la fe de la frontera con la que “Educación para la ciudadanía” no sólo no es incompatible, sino que supone una gran oportunidad para transmitir los valores evangélicos más profundos.

Ser cristiano, ser católico es por mucho que les pese a los epíscopos, algo más que ser feligrés y supone, por supuesto, ser un buen ciudadano.


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